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La experiencia de este taller, y que demuestra quienes somos, empieza en el año 1990 cuando mi padre, de forma totalmente altruista, se involucra en el ahora extinto taller de cerámica Santa Úrsula (sito en la misma calle de Toledo), en el aprendizaje para el diseño y desarrollo de todo tipo de piezas cerámicas.

En aquellos años mi padre realizó piezas con las técnicas de bajocubierta, mayólica, cuerda seca, arista y engobe. Al ser una educación no formal, y siendo específicamente orientada a cumplir con las necesidades propias de un taller a la vieja usanza, le permitió aprender lo rústico y tradicional del oficio: algo que no se puede enseñar de otra manera (Y que, de hecho, no se enseña)

En el año 2000, para ampliar los conocimientos y perfeccionar algunas técnicas, realiza mi padre un curso con Manuel Keller, ingeniero y especialista en cerámica.

A los pocos meses, compra su propio horno cerámico y emprende una exhaustiva investigación para desarrollar piezas cerámicas de su gusto, que son exactamente iguales en motivos y acabados que la cerámica hispano-árabe tardía del siglo XVI.

Durante todo los años que mi padre empleó para su propia investigación, yo colaboré activamente en todas las facetas de la elaboración cerámica, especialmente en los trabajos más elementales, aprendiendo el oficio desde la base

Tal esto es así, que en el año 2003 empiezo mis estudios de cerámica en la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, como parte de la enseñanza del bachillerato de tal modalidad. Desde entonces, vengo experimentando, haciendo piezas totalmente continuístas de la investigación de mi padre, y ya en enero del 2015 me decido a ello con fines lucrativos, más allá de una mera afición como desarrollo personal.

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